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infoinfusion 27 junio, 2022 | Hace 2 años

Hallazgo histórico en Chapultepec; encuentran secreto oculto durante 175 años

Vestigios de la antigua Fábrica Nacional de Cartuchos (FNC) fueron localizados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) durante la supervisión de los trabajos de construcción de la calzada peatonal Chivatito, que conectará la primera y segunda sección del Bosque de Chapultepec como parte del megaproyecto cultural que lleva a cabo el gobierno federal.

Un equipo coordinado por la investigadora del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, María de Lourdes López Camacho, descubrió los restos arquitectónicos de la fábrica de inicios del siglo XX, así como otros más antiguos, correspondientes a tramos de muros de adobe que pertenecieron a Casa Mata, el fortín colonial destruido durante la Batalla de Molino del Rey contra las tropas estadounidenses, el 8 de septiembre de 1847.

Las huellas del pasado mexicano fueron ubicadas en uno de los extremos de lo que será la vía peatonal: el parque Rosario Castellanos. Durante los trabajos, la especialista ha corroborado que el promontorio que se percibe en el parque, justo en la zona donde se encuentra el monumento a Castellanos, no es natural y que se trata de una delgada capa de tierra que mantienen ocultos los complejos constructivos de la FNC.

En 2016, la especialista ya había detectado patios de la fábrica. El hallazgo, dijo, “es sumamente importante porque es la piedra angular para la historia moderna del Ejército Mexicano en el centro del país. Es la primera fábrica de cartuchos y fue el punto desde el que se planeó la conformación de un ejército moderno.

“Antes de la Revolución Mexicana, el ejército funcionaba de manera dispersa, y al despuntar el siglo XX se dieron pasos para concentrar la industria militar en un solo lugar, entiéndase la construcción de una infraestructura para el sostenimiento del cuerpo castrense, lo que requirió la fabricación de los propios pertrechos: armas, municiones y máquinas, pero también de uniformes”, explicó.

Esta idea, señala la también directora del proyecto “Bosque, Cerro y Castillo de Chapultepec”, empezó a tomar forma a finales del siglo XIX, en el gobierno de Porfirio Díaz, con la adquisición de terrenos del Rancho Chivatito, pero se concretó con la sucesión presidencial de Francisco I. Madero y se fortalecería en la de Venustiano Carranza.

La iniciativa permitió una menor dependencia del armamento estadounidense, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Esto fue posible gracias a la habilidad de ingenieros mexicanos que supieron replicar los pertrechos importados y así arrancar una producción nacional.

El espacio que se ha liberado se extiende por más de 15 metros cuadrados y cuenta con diferentes niveles de grandes bloques de concreto y hormigón manchados de aceite, a ras de piso y tres metros por debajo, donde se tienen pequeños túneles que debieron utilizarse para dar mantenimiento a la maquinaria, la cual se ancló con tornillos y varillas de varias pulgadas”, refiere la especialista.

Para finales de la década de 1940, la fábrica cayó en desuso y toda esa maquinaria se desmontó para llevarla a la Fábrica de Pólvora, en Santa Fe. No obstante, el desmantelamiento de la FNC no fue total, ya que estas construcciones masivas quedaron para la posteridad, aun cuando el área se convertiría en los años 50 en parte del Bosque de Chapultepec.

A estos vestigios se suma una cantidad considerable de cartuchos de plomo y de latón, ensayos de cartuchos, fulminantes y balas con el sello FNC, los cuales dan cuenta de la línea de producción que tenía lugar en la fábrica y que están a resguardo del salvamento arqueológico.

De Casa Mata, un fortín virreinal que miraba al cerro del Chapulín, solo se tenía memoria por testigos documentales y utilitarios. Lourdes López Camacho recuerda haberla visto en litografías y en unas copas hechas con motivo del Primer Imperio de Agustín de Iturbide (1822), décadas antes de ser escenario de la Batalla de Molino del Rey, una de las más cruentas de la intervención estadounidense. Su destrucción, por las tropas de ese país, se debió al equívoco de que ahí se resguardaba parque.

A sabiendas de que sus restos podrían encontrarse más al norte, en el mismo terreno del parque Rosario Castellanos, la arqueóloga y su equipo exploraron este sector, encontrándose con tramos de muros de un par de metros y escalones de adobe, así como otros restos de paredes con terraplén de argamasa, pendiente usada en este tipo de edificaciones para evitar ser escaladas.

El Heraldo de México

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