infoinfusion 24 abril, 2024 | Hace 1 semana
Ataviado con colmillos de jaguar y plumas, el curandero colombiano Claudino Pérez sirve a sus fieles un brebaje oscuro y espeso, la ayahuasca.
Después de dos años de cárcel en México por transportar esta bebida ancestral de los pueblos indígenas amazónicos, Pérez ha vuelto a realizar ceremonias en el municipio de La Mesa, al oeste de Bogotá.
La ayahuasca es consumida por colombianos y extranjeros en rituales para aliviar malestares del cuerpo y el espíritu. Sin embargo, su uso conlleva controversias legales, ya que contiene Dimetiltriptamina (DMT), un compuesto psicoactivo prohibido en México. A pesar de la liberación de Pérez tras una audiencia de sobreseimiento, su caso ha avivado el debate sobre la conservación de tradiciones indígenas frente a la lucha contra las drogas.
La situación refleja una “zona gris” legal, donde la ayahuasca es considerada un problema de salud pública en México pero es patrimonio en Perú. Esta discrepancia ha llevado a detenciones como la del chamán peruano Lauro Hinostroza, generando críticas hacia las políticas antidrogas mexicanas y planteando la necesidad de regular el uso ceremonial de plantas ancestrales por parte de comunidades indígenas.