infoinfusion 20 agosto, 2020 | Hace 3 años
El ejército de Mali arrestó el martes al presidente y al primer ministro del país en un golpe de Estado tras semanas de protestas desestabilizadoras por una elección en disputa, la corrupción gubernamental y una insurgencia islamista violenta que ha durado ocho años.
Las calles de Bamako, la capital, estallaron en disparos y júbilo después de que el presidente Ibrahim Boubacar Keïta y su primer ministro, Boubou Cissé, fueron detenidos junto con otros funcionarios gubernamentales. Alrededor de la medianoche, el presidente anunció en la televisión estatal que renunciaba.
Coup d’État au Mali : la solution démocratique promise par l’armée suscite des inquiétudeshttps://t.co/qqkQU8rPhv
— Danickmetellus (@dannickmetellus) August 20, 2020
Los efectos de la agitación podrían extenderse más allá de las fronteras de Mali, un país cuya ubicación estratégica tiene implicaciones políticas para África occidental, el Sahel, el mundo árabe en general, la Unión Europea y Estados Unidos.
Francia se ha mantenido profundamente involucrada en los asuntos de Malí, su antigua colonia, décadas después de que el país obtuvo la independencia.
Para las fuerzas francesas que luchan contra los islamistas en la región, Mali es parte de lo que algunos llaman la “Guerra eterna” de Francia en el Sahel, la zona que se extiende por debajo del Sahara.
Estados Unidos también tiene asesores militares en Mali, y los funcionarios estadounidenses tienen un gran interés en un gobierno maliense estable cuyas tendencias se alineen con las de Occidente.
“Los desafíos de seguridad y gobernanza interna de Mali generan inestabilidad en todo el Sahel”, dijo Kyle Murphy, exanalista sénior de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos que ahora trabaja en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
“Esto es importante para Estados Unidos”, agregó Murphy, “porque la inestabilidad en la región permite que los extremistas violentos se aprovechen de las poblaciones y promuevan sus objetivos, y desplaza a millones de civiles”.
En 2012, después de un golpe militar anterior, los rebeldes islamistas, algunos con vínculos con Al Qaeda, aprovecharon el desorden para tomar el control de grandes áreas del norte del país, incluida la antigua ciudad de Tombuctú.