infoinfusion 27 enero, 2021 | Hace 5 años
La pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 no solo afecta la salud física y emocional, también la economía de artesanas zapotecas que elaboran el traje típico de esta región oaxaqueña.

A Rosa Ramírez Tolentino le cancelaron todos sus pedidos, ella es dueña del taller “Traje Típico Rosa” y ahora para poder reactivarse se inscribió como instructora del programa federal “Jóvenes construyendo el futuro”, pero nadie la visita ni la supervisa y teme que le cancelen.
Desde su hogar en la novena sección de Juchitán, Oaxaca, Rosa tiende su bastidor de madera e hilvana la seda con la aguja de gancho y comienza a tejer, lo hace por una hora o dos, pero está desesperada por que no hay ventas, todo se detuvo y nadie le compra, para subsistir elabora totopos de maíz, su segundo oficio.
En abril del año pasado, el gobierno de Oaxaca anunció el apoyo de incentivos y apoyos para la estabilidad económica de Oaxaca por mil 270 millones de pesos, sin embargo, ni un centavo llegó a manos de Rosa, por lo que conforme pasan los meses, ve más difícil salir del rezago económico que vive.
Su esperanza nuevamente es “levantar” su taller, para poder compartir sus conocimientos para que el bordado tradicional no muera y se siga elaborando el traje típico istmeño.
Rosa, de 47 años, se preocupa por la falta de ingresos porque de ella dependen sus dos hijas menores de edad. Su esposo lleva 10 años en una cárcel regional y sin sentencia.
“Estoy sola con mis hijas, la justicia para mi esposo no llega, lleva 10 años recluido sin sentencia y eso es lamentable. Todo esto entre la falta de dinero y la desesperanza de vivir sin mi esposo acelera más mi preocupación; pero no me decaigo, tengo manos y sé tejer y elaborar totopos, confío que la gente pronto me hará pedidos, me comprará trajes, un huipil o alguna otra prenda tradicional, que pronto esto pase y nos reactivemos todas, porque la estamos pasando muy mal”.
Mientras rellena con hilo una flor con su aguja de tejido, explica que vivir sola en medio de una pandemia donde te piden “quedarte en casa” pero a la vez no tener dinero para comer y tener un esposo en una cárcel, es una situación de tensión constante.
“A veces ya no sé si llorar, reír o huir, porque las ventas de traje regional no hay, y ese era un buen negocio, porque todo lo hacíamos aquí en el taller y lo vendíamos a muchas mujeres de todas partes, pero todo se canceló”.
Para subsistir sigue tejiendo con la esperanza de que alguien le compre, y además de los totopos, vende las hamacas que su esposo elabora desde el sitio donde está recluido, porque así han podido sobrevivir en estos 10 meses de contingencia sanitaria.
“Ojalá los encargados del progrma federal de “Jóvenes reconstruyendo el futuro” puedan escucharme y venir a mi casa. Ayúdenme, porque mi única opción ahora para tener un ingreso es dar talleres y enseñar, ya tengo a las participantes, solo requiero que siga vigente este apoyo para ellas”.
Este es el calvario para las artesanas zapotecas, hay mucha dificultad para ventas, algunas han probado ventas en redes sociales y les ha funcionado, otras siguen esperando que la pandemia acabe, aunque lo ven difícil. Mientras tanto, Rosa y el resto de las artesanas siguen bordando, siguen llenando de hilos de colores vivos los lienzos de esos trajes regionales que distinguen a la mujer zapoteca en el mundo.
Aristegui Noticias