infoinfusion 12 agosto, 2021 | Hace 4 años
Una tumba de mil años de antigüedad descubierta en 1968 por los fontaneros de Hattula en Finlandia, albergaba un esqueleto en pésimo estado de conservación.

El cuerpo estaba adornado con joyas y vestimentas femeninas, por lo que expertos y arqueólogos dedujeron que se trataba de la tumba de una pareja vikinga, de la que se creyó se sustrajo el cuerpo masculino.
Sin embargo los especialistas del Instituto Max Planck en Jena, aplicaron modernos análisis de ADN al esqueleto concluyendo que se trataba de un varón con el síndrome de Klinefelter.
Esta condición genética se produce cuando un niño nace con una copia adicional del cromosoma X. Los síntomas varían de persona a persona. Un individuo con cromosomas XXY suele ser anatómicamente un hombre pero el síndrome causa el crecimiento de senos, disminución de masa muscular y fertilidad.
La tumba albergaba una espada con mango de bronce, así como una segunda espada sin empuñadura colocada al lado izquierdo del esqueleto. El cuerpo se encontró encima de una manta de plumas suaves, pieles y objetos valiosos.
La arqueóloga Ulla Moilanen, considera que a pesar del código genético dañado, fue posible deducir que los resultados de la persona enterrada tuvo esa afección genética y una identidad sexual no binaria.
Los historiadores de la Universidad de Turku defienden que el individuo fue un pionero que desafió las creencias tradicionales de rol de género teniendo una aceptación social, aún para la época de la Edad Media.
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