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infoinfusion 11 agosto, 2023 | Hace 2 años

Tutankamón: Entre el mito de la maldición y la realidad científica

Detrás del enigma de la maldición que rodea a la tumba de Tutankamón yace una historia que se remonta a 1922.

En aquel año, un capítulo fascinante de la arqueología mundial se desplegó cuando Howard Carter y su equipo desenterraron, en Egipto, la tumba del joven faraón.

A lo largo de seis años, Carter perseveró en la búsqueda en el Valle de los Reyes, en las cercanías de Luxor, hasta que finalmente, en 1923, se toparon con el asombroso tesoro: la cámara funeraria donde descansaba la momia del faraón, sin perturbaciones desde tiempos remotos.

No obstante, el rompimiento de los sellos antiquísimos desató una serie de sucesos trágicos, avivando la leyenda de la maldición.

En un intrigante relato de coincidencias, los acontecimientos parecieron entrelazarse con la maldición que se tejía en torno a la tumba. En el mismo día en que la excavación de la escalera subterránea concluyó, el canario de Carter fue presa de una cobra, símbolo del poder faraónico.

En un lapso de apenas dos meses desde la apertura de la cámara, George Herbert, Lord Carnarvon, el patrocinador del proyecto, sucumbió a complicaciones derivadas de una picadura de mosquito, seguido en el luto por su compañera canina, Susie.

Los ecos de la maldición cobraron vida con la muerte de George Jay Gould, un financiero estadounidense, a causa de neumonía en mayo de 1923, escasos meses después de su visita a la tumba. Philip Livingston Poe, aunque sobrevivió a su travesía a la tumba en 1923, también se vio afectado por una neumonía poco después.

En 1929, la partida de Richard Bethell, secretario de Carter, se sumó al sombrío recuento, mientras que informes insinuaban que era la novena, décima o incluso decimotercera persona vinculada con la excavación en sucumbir. No obstante, una mirada objetiva comenzó a desafiar el mito a medida que la ciencia iluminaba las circunstancias.

El mito de la maldición, enraizado en el respeto por los antiguos soberanos, pronto se vio enfrentado a la lógica científica. Las supuestas víctimas de la maldición podrían en realidad haber caído presas de causas naturales o coincidencias infortunadas. Los expertos desmantelaron la idea de un hechizo sobrenatural, subrayando explicaciones mundanas. La atención se centró en la teoría de que hongos, particularmente el aspergillus, pudieron haber estado involucrados en las muertes.

Aunque estas hipótesis han sido analizadas en detalle, el velo del misterio persiste, recordando a los visitantes actuales que, a pesar de las leyendas, las conclusiones basadas en pruebas rigurosas prevalecen sobre el encanto del mito.

Con información de DW

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