infoinfusion 16 agosto, 2023 | Hace 2 años
Un emocionante descubrimiento arqueológico ha emergido en la ciudad eterna, aportando un fascinante vistazo a la historia antigua.
Expertos en la materia han desenterrado dos fragmentos de Fasti Ostienses, láminas de mármol grabadas que arrojan luz sobre la milenaria Roma y el emperador Adriano en el año 128.


Los Fasti Ostienses, denominados así por los eruditos, son relatos históricos inscritos meticulosamente en losas de mármol. Estas piezas intrincadamente detalladas proporcionan información vital sobre los acontecimientos políticos y monumentales que definieron tanto a Roma como a Ostia. El pontifex Volcani, una figura religiosa de gran autoridad, era el encargado de redactar estas crónicas, dotándolas de un valor inestimable para la comprensión de la época.
Después de un minucioso análisis comparativo con otras fuentes literarias, epigráficas y numismáticas, el Ministerio de Cultura ha establecido que una de las inscripciones datadas el 10 de enero del año 128 muestra cómo el emperador Adriano asumió el título de pater patriae, mientras que su esposa Sabina ostentaba el de Augusta. Este asombroso hallazgo se produjo en las excavaciones del Parque Arqueológico de la Antigua Ostia, donde las colaboraciones de la Universidad de Catania y la Universidad Politécnica de Bari han desentrañado estas maravillosas piezas de la historia.
Uno de los fragmentos destaca la generosidad del emperador, quien otorgó al pueblo una donación de dinero, y subraya su regreso de África, marcando el consagratorio de un templo en la ciudad. Tal revelación proporciona un tesoro invaluable de información que ilumina la enigmática figura de Adriano y arroja luz sobre el tejido de la vida en Ostia y la capital del imperio romano.
A medida que los Fasti Ostienses emergen de las profundidades del tiempo, se desvelan los intrincados misterios de la antigua Roma. Junto con los fragmentos recién descubiertos, las excavaciones han desenterrado una serie de maravillas arquitectónicas y artísticas. Desde las nuevas salas de la Domus de Apuleyo hasta la sagrada zona de los Cuatro Templos y el antiguo curso del Tíber, cada hallazgo resplandece con los ricos tesoros de una civilización pasada.
La cerámica y el mármol se entrelazan con la decoración pictórica y el estuco original, mientras que los mosaicos en blanco y negro pintan un cuadro de la vida cotidiana y las grandezas de la antigua Roma.