infoinfusion 20 septiembre, 2023 | Hace 2 años
El mundo natural continúa asombrándonos con su sorprendente calendario de reproducción, y un ejemplo fascinante de ello es el bambú henon (Phyllostachys nigra var. henonis), una especie que florece solo una vez cada 120 años.

Originaria de China y cultivada en Japón desde el siglo IX, esta planta monocárpica se encuentra al borde de una rara floración, la cual ofrece a los científicos una oportunidad única para explorar los secretos detrás de su enigmático proceso de regeneración. La última gran floración ocurrió en 1908, con algunas floraciones menores entre 1903 y 1912, lo que nos lleva a anticipar la próxima gran floración alrededor del año 2028.
Esta peculiar situación plantea preocupaciones significativas para la ecología y la economía de Japón, donde extensos bosques de bambú cubren aproximadamente 1,700 kilómetros cuadrados. Dadas las dificultades que los investigadores han enfrentado al estudiar esta especie debido a su rara floración, persiste la incertidumbre sobre su capacidad de regeneración y su supervivencia a largo plazo. La mayoría de las flores de bambú de esta especie no producen semillas viables, lo que genera inquietudes acerca de la regeneración de densos campos de bambú y su posible reemplazo por praderas.
El estudio realizado por investigadores de la Universidad de Hiroshima en Japón arroja resultados preocupantes: “El bambú no produjo ninguna semilla viable que pudiera germinar”, señala Toshihiro Yamada, primer autor del estudio. “La producción de brotes de bambú se detuvo tras la floración. No hubo signos de regeneración de este bambú tras la floración durante los tres primeros años”.
Aunque existe la posibilidad de que el bambú se regenere bajo tierra con el tiempo, esta prolongada regeneración podría resultar en una pérdida significativa de biomasa y tener un impacto en los ecosistemas que sustenta, lo que tendría implicaciones económicas y ambientales importantes para la región.
El bambú desempeña un papel crucial en la prevención de la erosión del suelo, la conservación de la cubierta forestal y la vegetación, lo que agrega una capa adicional de preocupación en torno a su futuro en Japón.