infoinfusion 22 agosto, 2024 | Hace 3 meses
Hace 65 millones de años, un meteorito impactó la Tierra, marcando el fin de los dinosaurios y un evento cataclísmico que transformó el planeta.
Aunque el impacto de Chicxulub en Yucatán ha sido objeto de debate, el descubrimiento del cráter por Petróleos Mexicanos (Pemex) en 1978 proporcionó pruebas fundamentales para consolidar esta teoría. Los geofísicos Antonio Camargo y Glen Penfield identificaron una “anomalía gravimétrica” que resultó ser el cráter más grande y mejor conservado conocido hasta la fecha, con más de 200 km de diámetro y 2.5 km de profundidad.
Este hallazgo revolucionó la comprensión de la extinción masiva del Cretácico. En 1991, estudios conjuntos de la Universidad Nacional Autónoma de México y la NASA analizaron muestras de pozos perforados por Pemex, confirmando la magnitud del impacto. El meteorito, viajando a 72,000 km/h, liberó una energía equivalente a 100 millones de megatoneladas de TNT, generando temperaturas extremas y una profundidad de 40 km en el cráter. La fuerza del impacto vaporizó el meteorito y dejó un agujero gigantesco en la corteza terrestre.
El cráter, que se encuentra cerca del poblado de Chicxulub, ha sido objeto de interés global, y el Gobierno de México ha solicitado su reconocimiento como Patrimonio Mundial. El impacto también ha influido en la geología regional, contribuyendo a la formación de cenotes y a la creación de importantes yacimientos petroleros en Campeche. Investigaciones recientes sugieren que el meteorito podría haber tenido un origen más allá de Júpiter, según un estudio de la revista Science.