infoinfusion 13 julio, 2023 | Hace 2 años
América Latina está experimentando avances significativos en la repatriación de piezas de su pasado histórico y cultural.

Un caso destacado es el reciente logro de la comunidad paleontológica brasileña, que mediante una intensa campaña en medios y redes sociales, logró repatriar el fósil del dinosaurio Ubirajara jubatus. Este fósil, que fue extraído ilegalmente de Brasil en 1995 y llevado a Alemania, es el dinosaurio sudamericano con la evidencia más antigua de estructuras similares a las plumas.
Su retorno ha sido un hito que ha impulsado a Brasil y otros países latinoamericanos a intensificar sus esfuerzos internacionales para recuperar piezas arqueológicas y paleontológicas sustraídas de manera ilícita de sus territorios.
Como resultado de este impulso, el gobierno francés ha iniciado un proceso de repatriación de otros 45 fósiles que serán devueltos a Brasil. Además, se está llevando a cabo otro proceso de restitución de más de 998 fósiles, todos extraídos ilegalmente de la cuenca del Araripe, ubicada en el nordeste de Brasil.
Estos acontecimientos han generado una transformación cultural en relación con la protección de los fósiles y un mayor respeto hacia las comunidades científicas de América Latina.
Estos avances también han puesto de relieve la problemática del colonialismo en la ciencia, particularmente en la paleontología.
Se ha comenzado a denunciar el colonialismo científico como una práctica en la cual investigadores de otros países sustraen recursos arqueológicos y paleontológicos de sus países de origen, los estudian, los publican y los dan a conocer sin la participación de los investigadores locales.
En las últimas dos décadas, ha habido un creciente cuestionamiento de esta práctica, que antes se consideraba normal. La opinión pública, respaldada por las redes sociales, ha desempeñado un papel crucial al presionar a los administradores de museos y revistas para que se retracten y restituyan las piezas ilegalmente obtenidas.
Además de Brasil, otros países latinoamericanos también han obtenido éxito en la repatriación de piezas históricas y culturales. México, desde 2018, ha logrado restituir cerca de doce mil piezas arqueológicas, históricas y etnográficas que se encontraban fuera del país.
Estas devoluciones se han dado tanto por restituciones voluntarias de ciudadanos en países como Bélgica, Francia, Estados Unidos, Alemania y Países Bajos, como por acuerdos con gobiernos extranjeros.
En Argentina, por ejemplo, Francia aceptó repatriar los restos del cacique indígena tehuelche Liempichún Sakamata, que habían sido llevados al Museo del Hombre de París tras ser profanados en 1896. Estos casos de repatriación contribuyen a fortalecer el sentido de identidad y patrimonio de los países latinoamericanos, y fomentan el desarrollo científico y cultural a nivel nacional y regional.
Sin embargo, aún persisten desafíos en el ámbito de la repatriación y el colonialismo científico. Algunos argumentan que los artículos científicos deben incluir a especialistas del país de origen de las piezas, lo cual genera debates dentro de la comunidad científica.
Por otro lado, la propiedad de los restos arqueológicos y paleontológicos indígenas es motivo de discusión, ya que algunos países consideran que son patrimonio de la humanidad en su totalidad, dificultando su repatriación.
A pesar de estas controversias, es crucial que las piezas y restos regresen a sus países de origen, ya que esto estimula el desarrollo científico y cultural local, fortalece el compromiso de las comunidades con su preservación y puede ser un factor motivador para la implementación de políticas de conservación a nivel estatal.