infoinfusion 31 octubre, 2023 | Hace 2 años
La arqueología, en un inusual giro de los acontecimientos, encuentra beneficios en el contexto del cambio climático.
A pesar de los efectos adversos que este fenómeno global ha traído consigo, la arqueología ha descubierto una ventana de oportunidad en medio del deshielo de glaciares, el retroceso del permafrost y la disminución de niveles de ríos y lagos.

Aunque, en ocasiones, estos hallazgos solo se vuelven visibles a medida que se deshiela, el aumento de la temperatura del aire y el agua en las últimas décadas también ha desencadenado impactos significativos en la ciencia arqueológica. Aquello que ha permanecido resguardado durante milenios en climas fríos y húmedos se enfrenta ahora a la amenaza de desaparecer a raíz del cambio climático.
El hielo, un antiguo guardián de secretos, ha entregado descubrimientos notables que destacan el potencial de la arqueología en la era del cambio climático. Ejemplificando esta situación se encuentra el caso del hombre neolítico “Ötzi,” descubierto en 1991 en los Alpes. Gracias a su excelente estado de conservación, los investigadores pudieron realizar una reconstrucción detallada de su vida hace unos 5.300 años.
De manera similar, la arqueología en zonas de alta montaña revela cada vez más pruebas de eventos dramáticos del pasado, como la reciente reconstrucción de la momia inca “Juanita,” una niña de aproximadamente 14 años sacrificada a los dioses hace más de 500 años. Los hielos y el deshielo han permitido que estos tesoros del pasado salgan a la luz.
La arqueología, al adentrarse en las entrañas del cambio climático, se enfrenta a una carrera contra el tiempo. A medida que el permafrost retrocede y el deshielo de glaciares se acelera, los objetos y materiales orgánicos que antes se mantenían intactos ahora se descomponen rápidamente. Además, el aumento del nivel del mar y las lluvias torrenciales presentan nuevos retos para la disciplina.
Antiguas ciudades portuarias en el Mediterráneo se encuentran en peligro, y los arqueólogos deben apresurarse para preservar y documentar estos sitios antes de que desaparezcan. El cambio climático, a pesar de sus consecuencias adversas para los ecosistemas y sus habitantes, ha revelado tesoros arqueológicos que de otro modo habrían permanecido ocultos en las profundidades de la historia.
En lugares como Irak, España y el Amazonas, la sequía ha dejado al descubierto antiguas ciudades, monumentos y tallas prehistóricas que proporcionan valiosas perspectivas sobre el pasado de la humanidad.