infoinfusion 5 julio, 2023 | Hace 2 años
Rachel Rosenkrantz, una lutier francesa, ha descubierto una forma innovadora de convertir champiñones en materiales para fabricar guitarras.

Utilizando las esporas de los champiñones y dejándolas en un molde durante varias semanas, logra obtener un material esponjoso similar al queso brie.
Después de que el micelio adquiere una textura similar a la corteza de un queso blando y maduro, lo deshidrata y lo convierte en un material ligero y biodegradable que utiliza para construir sus guitarras. Este enfoque ecoamigable es parte de su esfuerzo por fabricar instrumentos respetuosos con el medioambiente y libres de plástico.
Rosenkrantz, una diseñadora industrial de formación, ha incursionado en el uso de biomateriales, incluyendo el micelio, en la fabricación de instrumentos musicales.
Su taller, ubicado en su soleado apartamento lleno de plantas y libros, sirve como laboratorio donde cultiva materiales como la piel del hongo kombucha o manchú para hacer cabezas de banjo, e incluso utiliza piel de pescado para hacer golpeadores.
La diseñadora, criada en Montfermeil, un suburbio de París, ahora reside cerca de Providence, donde enseña en la prestigiosa Escuela de Diseño de Rhode Island. Su pasión por la sostenibilidad y la experimentación con biomateriales la ha llevado a formar parte de una tendencia creciente en el mundo del diseño.
La utilización de biomateriales en el diseño no es una idea aislada o extravagante, sino que se ha convertido en una tendencia tangible y apoyada por grandes empresas. Rosenkrantz menciona ejemplos notables, como BMW, que utiliza fibra de lino en la fabricación de salpicaderos, y Hermès, que emplea piel derivada de hongos en el forro de sus bolsos de lujo.
El uso de maderas tradicionales como cedro, palisandro, caoba o ébano en la construcción de guitarras ha sido cuestionado debido a la sobreexplotación forestal y la necesidad de alternativas sostenibles.
Rosenkrantz aboga por el uso de maderas locales y menos conocidas, como el álamo o el bambú, así como por la reutilización de piezas de guitarras antiguas en buen estado. Su enfoque innovador y comprometido con la sostenibilidad muestra el potencial de los biomateriales en la industria del diseño.
La guitarra de champiñones de Rosenkrantz, hecha con micelio, presenta un sonido único y distintivo. Aunque no pretende reemplazar a las guitarras tradicionales de cedro, ha descubierto que los materiales derivados de hongos son más adecuados para los formatos eléctricos.
Al experimentar con los envases de champiñones, Rosenkrantz se dio cuenta de que el micelio también podía conducir el sonido, aunque con un timbre y una calidad diferentes. El sonido resultante es nuevo y posee un carácter nasal pero lleno de posibilidades.
A través de su trabajo, Rosenkrantz busca contribuir a la causa de la sostenibilidad y construir un futuro más respetuoso conel medioambiente. Además de fabricar guitarras, la diseñadora destaca que los diseñadores en general tienen la oportunidad de experimentar con biomateriales y así aportar a la construcción de un futuro más sostenible.
Aunque sus guitarras hechas de micelio requieren una inversión considerable debido al tiempo y los materiales utilizados, Rosenkrantz sueña con que una gran compañía pueda producir instrumentos asequibles hechos de madera de champiñones, para que incluso los niños puedan tener acceso a ellos.
Su pasión por la experimentación y el compromiso con la sostenibilidad la impulsan a seguir explorando nuevas posibilidades y ayudar a la causa de manera significativa.