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infoinfusion 20 marzo, 2023 | Hace 3 años

Nos­tal­gia, so­ni­do, arte: los dis­cos de vi­ni­lo re­na­cen en EEUU

Como mu­chos en su ge­ne­ra­ción, Vi­jay Da­mer­la con­si­gue en internet la mayor parte de la música que escucha. Pero el jo­ven de 20 años se está con­vir­tien­do en un adic­to a los dis­cos de vi­ni­lo, que acu­mu­la cual fa­ná­ti­co.

Para este es­tu­dian­te que ni si­quie­ra tie­ne un to­ca­dis­cos, jun­tar vi­ni­los es como te­ner el pós­ter de un ar­tis­ta o de un ál­bum, «ex­cep­to que, en reali­dad, es una especie de reliquia del pasado«.

Ce­li­ne Court, de 29 años, tam­bién co­lec­cio­na vi­ni­los (afir­ma po­seer unos 250 discos). Dice que lo hace por su so­ni­do cá­li­do y nos­tál­gi­co, au­sen­te se­gún mu­chos oyen­tes en la mú­si­ca di­gi­tal.

«Escuchar música en vinilo es muy diferente», co­men­ta Court a la AFP mien­tras exa­mi­na pi­las de dis­cos en Vi­lla­ge Re­vi­val Re­cords de Nue­va York. «Se sien­te au­tén­ti­co».

La po­pu­la­ri­dad del vi­ni­lo ha cre­ci­do en los úl­ti­mos años en Es­ta­dos Uni­dos, un cam­bio des­pués de que los CD y las des­car­gas di­gi­ta­les reina­ran du­ran­te la dé­ca­da de 1990 y prin­ci­pios de la de 2000.

En 2022, las ven­tas de vi­ni­los (41 millones) su­pe­ra­ron a las de CD (33 mi­llo­nes), por primera vez desde 1987, se­gún da­tos di­fun­di­dos el jue­ves por la Aso­cia­ción de la in­dus­tria dis­co­grá­fi­ca es­ta­dou­ni­den­se (RIAA).

Los in­gre­sos por vi­ni­los ya ha­bían co­men­za­do a su­perar a los de CD des­de el re­por­te de la RIAA de 2020.

Los gran­des mi­no­ris­tas, in­clui­do Wal­mart, adop­ta­ron el for­ma­to re­tro, y ar­tis­tas como Tay­lor Swift, Ha­rry Sty­les y Bi­llie Ei­lish se sumaron a la tendencia.

Esta se­ma­na, la ban­da de rock duro Me­ta­lli­ca compró uno de los fabricantes de vinilos, Fur­na­ce Re­cord Pres­sing, para sa­tis­fa­cer la de­man­da de sus pro­pias re­edi­cio­nes.

Las tien­das más pe­que­ñas tam­bién ali­men­tan el in­te­rés de los jó­ve­nes: Ja­mal Al­nasr, pro­pie­ta­rio de Vi­lla­ge Re­vi­val, tie­ne en sto­ck unos 200.000 dis­cos de vi­ni­lo, sin men­cio­nar los CD y ca­se­tes.

«¿Quién se ima­gi­na­ría que los vi­ni­los vol­ve­rían a la vida?», dice el due­ño de la tien­da de 50 años, quien se mudó a Nue­va York des­de Cis­jor­da­nia cuan­do era un ado­les­cen­te.

Al­nasr lle­gó a do­nar gran par­te de su pro­pia co­lec­ción per­so­nal, que es­ti­ma po­dría va­ler unos 200.000 dó­la­res ac­tual­men­te, a una ins­ti­tu­ción de ar­chi­vo.

«En los ’90 ha­blar de vi­ni­lo no estaba muy en onda», se ríe. Pero aho­ra, «esta nue­va ge­ne­ra­ción vie­ne bus­can­do toda la mú­si­ca de los años 1930, 1940 y 1950″.

«En reali­dad sa­ben más que no­so­tros, los que cre­ci­mos en las dé­ca­das de 1990 y 1980″, agre­ga. «Es algo hermoso».

«Experiencia física»

Al­nasr ven­de vi­ni­los nue­vos y usa­dos. De­bi­do al alto cos­to de fa­bri­ca­ción y dis­tri­bu­ción, el mar­gen de ga­nan­cia en ar­tícu­los nue­vos no su­pera el 5%, y de­pen­de de los co­lec­cio­na­bles ori­gi­na­les para compensar la diferencia.

Con un al­qui­ler men­sual de 15.000 dólares por su lo­cal en Green­wich Vi­lla­ge, hoy uno de los ba­rrios más ca­ros de Nue­va York, el ne­go­cio de Al­nasr vive per­ma­nen­te­men­te en la cuer­da flo­ja.

«Cada vez que es­toy a pun­to de fun­dir­me, sim­ple­men­te tomo todo lo de mi co­lec­ción per­so­nal y lo vuel­vo a po­ner en el ne­go­cio«, ase­gu­ra. «Creo que (…) amo mi negocio más de lo que me amo a mí mismo».

Como Vi­jay Da­mer­la, Al­nasr dice que mu­chos com­pran vi­ni­los como un objeto de arte y descubren la música más tarde.

Ami­go de Lana del Rey, Be­lla Ha­did y Ro­sa­lía, Al­nasr está dis­pues­to a ad­qui­rir y en­viar dis­cos de vi­ni­lo a clien­tes VIP. Pero pre­fie­re que los com­pra­do­res sientan la «experiencia física» de ir a la tienda.

«No quie­ro ven­der esto en lí­nea», dice. «Quie­ro que la gen­te ven­ga, que re­bus­que en­tre los vi­ni­los y se in­for­me (…) hay mu­chas jo­yas es­con­di­das aquí», ex­pli­ca con en­tu­sias­mo.

In­de­pen­dien­te­men­te del re­na­ci­mien­to del vi­ni­lo, las ven­tas de mú­si­ca en so­por­te fí­si­co se li­mi­tan to­da­vía a un ni­cho, y el for­ma­to de es­cu­cha do­mi­nan­te si­gue sien­do el strea­ming.

Los ser­vi­cios, tan­to los de las sus­crip­cio­nes pa­gas como los de las pla­ta­for­mas con avi­sos pu­bli­ci­ta­rios, cre­cie­ron un 7% para al­can­zar un ré­cord de 13.300 millones de dólares en ingresos en 2022, se­gún la RIAA, lo que re­pre­sen­ta el 84% de las ga­nan­cias to­ta­les de Es­ta­dos Uni­dos.

Pero Ce­li­ne Court, oriun­da de los Paí­ses Ba­jos, dice que el strea­ming es «demasiado rápido, demasiado fácil».

«Hay una mejor energía cuando coleccionas tus vinilos, cuando los escuchas y estás orgulloso de ellos”, ase­gu­ra.

AFP

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