infoinfusion 27 agosto, 2023 | Hace 2 años
El antiguo cementerio judío del Lido, una parte fascinante de la historia de Venecia, se erige como un testigo silencioso de los tiempos dorados de la poderosa República veneciana en el siglo XIV.

Enclavado en un terreno de 70 por 30 pasos, este camposanto se convirtió en un lugar de descanso eterno para la comunidad judía de la ciudad, una comunidad que vivía mayormente fuera de los límites históricos de Venecia, en el área continental de Mestre, y solo se adentraba en la ciudad para trabajar.
Con aproximadamente 1,700 lápidas, aunque se han hallado restos de tumbas antiguas debajo de las visibles, el cementerio tuvo múltiples usos a lo largo de los siglos, desde cuartel para tropas hasta cantera para cañones. Fue incluso fuente de inspiración para reconocidos poetas del siglo XIX como Goethe, Byron y Shelley antes de caer en el olvido.
Sin embargo, tras una meticulosa restauración que permitió recuperar y catalogar más de mil lápidas, algunas datadas entre 1550 y principios del siglo XVIII, el cementerio emerge del olvido y ofrece visitas guiadas, revelando un rincón que parece congelado en el tiempo.
La historia del cementerio hebreo del Lido se remonta a 1366, cuando los primeros judíos asentados en Venecia solicitaron un lugar para enterrar a sus muertos, siguiendo la ley hebrea. La República veneciana, interesada en contar con una minoría judía de prestamistas y banqueros en momentos económicos delicados, finalmente les otorgó un pequeño terreno de 70 por 30 pasos cerca del Monasterio de San Nicolás. Así comenzó la construcción del cementerio en 1385, concluyendo cuatro años después.
A lo largo del tiempo, el cementerio dejó de ser un lugar de reposo exclusivo para la comunidad judía y se utilizó con fines militares y otros usos. Fue redescubierto a finales del siglo XVIII por viajeros y escritores europeos como Goethe, Byron y Shelley, quienes inmortalizaron su desolada belleza en sus obras.
La propia comunidad judía reconoció la necesidad de restaurar el cementerio, y en 1920 comenzaron los trabajos de restauración, tras años de estudios de destacados rabinos. El cementerio, con su atmósfera única y su legado histórico, ahora se encuentra abierto a visitantes curiosos que desean explorar este fascinante pedazo de la historia de Venecia.