infoinfusion 9 julio, 2023 | Hace 2 años
El turismo minero está experimentando un crecimiento significativo en el norte de Uruguay, reviviendo la fiebre del oro que tuvo lugar en el siglo XIX en los alrededores de Minas de Corrales.

Los turistas que se acercan a esta zona, rica tanto en piedras como en historia, tienen la oportunidad de sumergirse en la experiencia de los mineros de esa época.
Aunque Uruguay es conocido por su geografía suavemente ondulada y sus extensas praderas verdes donde pastan vacas y ovejas, en el departamento de Rivera, al noreste, se encuentran cerros chatos que ocultan una riqueza oculta bajo tierra.
La historia comienza cuando, en la década de 1820, un hombre encuentra pepitas de oro en la zona, que en aquel entonces era la Provincia Cisplatina ocupada por Portugal.
Después de que le roban las pepitas de oro, se corrió la voz de su existencia y comenzó la fiebre del oro. Aventureros y personas dispuestas a arriesgarlo todo llegaron al lugar en busca de fortuna.
La historia de la minería de oro en la zona se puede dividir en varias etapas, según relata la historiadora local Selva Chirico. Hasta 1850, hubo una explotación primitiva, marcada por la falta de conocimientos sobre el proceso minero. Luego, proliferaron los artesanos y surgió una cultura de extracción artesanal en la que se buscaban pequeñas chispas de oro bateando en los arroyos.
Un personaje crucial en la historia minera fue Clemente Barrial Posada, quien empleó a 300 trabajadores en los arroyos Corrales y Cunapirú y sentó las bases para la industrialización de la minería. Con la ayuda del militarismo presente en Uruguay en ese momento, un grupo de franceses instaló una usina en la zona.
Dentro de la Ruta del Oro, los turistas tienen la oportunidad de visitar las Ruinas de Cunapirú, ubicadas estratégicamente en las aguas del arroyo del mismo nombre. Construida en 1879, la Represa de Cunapirú fue la primera central hidroeléctrica de América del Sur.
Actualmente, los visitantes pueden explorar las ruinas que van desde las áreas donde descansaban los trabajadores hasta la casa de la gerencia, accesible a través de una pintoresca escalera de piedra.
El turismo en la zona está experimentando un crecimiento incipiente, con un promedio anual de alrededor de 6.000 visitantes. La Ruta del Oro atrae cada vez más a turistas europeos, especialmente de Alemania, Francia e Inglaterra, así como a visitantes brasileños.
Se ofrecen diversas experiencias, como la búsqueda de oro con un buscador experimentado, degustación de vinos regionales o caminatas por los cerros.
Sin embargo, los avances en infraestructura y conservación son lentos, aunque se espera que las autoridades aprueben un proyecto para garantizar la seguridad de los turistas en la zona y se trabaje en la preservación de las ruinas y la naturaleza circundante.