infoinfusion 4 abril, 2023 | Hace 3 años

Un pro­yec­to re­co­pi­la la his­to­ria de in­ves­ti­ga­do­res afec­ta­dos por le­yes ra­cia­les

“Alguien como yo cree que en unos años habrá una línea en los libros de historia y luego ni eso”, dijo Lucía Bedarìda Servadìo. Una amarga profecía, que la memoria colectiva puede evitar, in­clu­so con la ayu­da de la co­mu­ni­dad cien­tí­fi­ca que está sal­van­do del ol­vi­do a de­ce­nas, miles de esas líneas en la «Página de Memoria». 

Un portal en línea en el que los institutos de investigación italianos – Ingv, Cnr, Accademia dei Lincei e Inapp – recopilan, junto con las comunidades judías, archivos, documentos, fotografías, testimonios e historias familiares de to­dos aque­llos in­ves­ti­ga­do­res cuya vida aca­dé­mi­ca se vio in­te­rrum­pi­da por las le­yes ra­cia­les y las per­se­cu­cio­nes fas­cis­tas. 

Historias como la de Lucía Bedarìda Servadìo, la primera doctora judía en Italia, licenciada en cirugía y obstetricia. “Debido a las medidas raciales tuvo que ir a Tánger y tra­jo me­di­ci­nas en­tre las mu­je­res is­lá­mi­cas que no po­dían ser tra­ta­das por hom­bres”, explicó un historiador. 

Historias de estudios interrumpidos, profesores y alumnos expulsados ​​de las universidades, y también de Nobel desaparecidos, como dos matemáticos.

“Perdimos Premios Nobel por la expulsión Vito Volterra Fundador Cnr O Beniamino Segre académico Licei. Y luego los Nobel, los de ver­dad: la luz de sus pre­mios bri­lló le­jos de Ita­lia”, detalló el historiador. 

Otro físico Nobel Emilio Segrè partículas a barkley se quedó allí, Enrico Fermi esposa judía emigró a Estados Unidos.

Historias de grandes científicos y maestros industriosos, que siguieron estudiando en la sombra, historias guardadas y difundidas por los investigadores de hoy, casi como com­pen­sa­ción por aque­llas vi­das las nue­vas ge­ne­ra­cio­nes de in­ves­ti­ga­do­res son bá­si­ca­men­te el fru­to de una sal­va­ción mi­la­gro­sa que escapó de un destino que podría haber sido diferente. No pue­de ha­ber cien­cia sin éti­ca.

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